Historia

Historia de Formentera

La historia comienza en el Megalítico 2000 – 1500 AC

No hay ningún indicio de población durante la época neolítica. En cambio, a principios del segundo milenio a. de C. (edad de bronce) Formentera tuvo una población prehistórica estable. En 1974 se descubrió el sepulcro megalítico de Ca Na Costa, perfectamente conservado, que junto al poblado de Es Cap de Barberia y los hallazgos de numerosos trozos de cerámica y de piezas de bronce testifican dicha población.

La llegada de los Fenicios Siglo VI – I AC

Antes de los Fenicios, nos visitaron los Griegos (siglo VIII a. de C.) y aunque no se establecieron de forma estable nos dieron el primer nombre a nuestra isla: OPHIUSA (Isla de serpientes).

Los Púnicos, que fundaron la ciudad de Ibiza (año 654 a. de C.), tampoco se establecieron en Formentera, aunque estuvimos bajo sus dominios hasta la caída de Cartago y nos dejaron algunas costumbres orientales como la popular “llei pagesa”, que es el conocido diente por diente, o la costumbre que tenían los jóvenes en algunas fiestas o celebraciones, a modo de jolgorio, se divertían disparando con sus trabucos al aire o a una roca, conocida popularmente como ”es mac de fer trons”, costumbres que aún persisten en los países orientales.

El paso de los romanos por Formentera Siglo I AC al V DC

La destrucción de Cartago por el ejército romano determinó grandes cambios en el Mediterráneo. Los romanos fueron los primeros pobladores que se establecieron en Formentera de una manera estable después de la población prehistórica, y nos han dejado el Castellum de Can Blai (sólo quedan los cimientos).

Llamaron a Formentera COLUMBRARIA que significa lo mismo que Ophiusa, pero en latín, y FRUMENTARIA (Isla de trigo). Durante este periodo de seis siglos de paz y prosperidad con el mandato del Emperador Augusto, aumenta y mejora la producción agrícola de una forma notable. Nos dejaron aparejos de labranza como el arado romano y diversos utensilios: la balanza conocida como “ sa romana” o la lumbre con aceite de pescado, crisol.

Después de la caída del Imperio romano hubo un período (450 a 800) de inseguridad en que los pobladores tuvieron que sufrir una invasión tras otra de Vándalos ( 455 – 545), Bizantinos ( 545 – 600) y Visigodos ( 600 – 800) sin que estos aportaran nada a la isla

La Formentera musulmana 800 – 1235

A principios del siglo VIII llegan los musulmanes a las Islas, pero no es hasta el año 902 cuando comienza de forma oficial la dominación musulmana bajo el Califato de Córdoba. En 1014 Ibiza y Formentera se incorporan a la Taifa de Denia. Fue una época de máximo esplendor tanto económico como cultural motivado por la paz mantenida por la hegemonía marítima de los sarracenos.

Los árabes tuvieron una gran actividad, y hoy en día todavía perduran sus restos: norias, molinos de viento, algibes, canales de riego, cerámica, y sus costumbres populares como la vestimenta, el cante o el baile y, como no, una herencia genética de todos los que se quedaron a vivir en 1235 con los nuevos pobladores.

La conquista aragonesa de Formentera 1235 – 1715

El Rey Jaume I “el Conqueridor”, Rey de la Corona de Aragón, concedió a Guillem de Montgrí, Arzobispo electo de Tarragona, el derecho de conquistar las Islas de Ibiza y Formentera y poseerlas como feudatario suyo. Guillem de Montgrí se asocia con el Infante Pedro de Portugal y a Nuño Sanç, acordando repartirse las Pitiusas proporcionalmente al número de soldados aportados por cada uno de ellos. El 8 de Agosto conquistaron el Castillo de Ibiza sin apenas resistencia, según narran “el trabuquet no hi arribà a tirar deu pedres”, y así Ibiza y Formentera quedaron bajo su dominio. ( Más información en el Llibre dels Feits de Jaume I).

Después de la conquista, la mayoría de los pobladores islámicos fueron sustituidos por catalanes, mayoritariamente por payeses del Rosellón y Gerona, atraídos con privilegios y exenciones fiscales.

En 1285 el Rey Alfonso III de Aragón exime a los ibicencos de la prueba de tormento.
Una práctica habitual conocida como “Prova de Déu” (Prueba de Dios) consistía en introducir la mano del prisionero en agua hirviendo o que cogiera un hierro caliente, a continuación se le vendaba la mano, y si al cabo de 3 días no presentaba ninguna herida, había habido una intervención divina y se le consideraba inocente.

Tiempo de piratas

A mediados del siglo XIV hubo unos años de malas cosechas y el hambre junto con una gran epidemia de peste, obliga a la escasa población de la Isla a huir a Ibiza ante la imposibilidad de seguir defendiendo la Isla de los ataques de los piratas.

Formentera queda despoblada pero no desierta. Los ibicencos iban a abastecerse de sus recursos tales como madera, piedra, recoger la sal, … Los moros la utilizaban como base para sus incursiones de piratería en el norte del Mediterráneo.

Pero de todas las actividades de los Ibicencos en la Isla de Formentera sin población estable, la más rentable era sin lugar a dudas la captura de moros para venderlos como esclavos a algún señor ibicenco.

Ibiza es el único lugar en todo el Mediterráneo donde se levanta un monumento dedicado a un corsario, el ibicenco Antonio Riquer.

La miseria en Ibiza era enorme, mucha gente moría de hambre. La Universitat que gobernó las Islas de Ibiza y Formentera desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII gastaba más de todo lo que obtenía por la venta de sal en comprar material de defensa y trigo (siempre en cantidades insuficientes).

En estos años de tanta necesidad, el capitán Ibicenco Marc Ferrer fue comisionado por las autoridades locales a comprar trigo en algún puerto del mediterráneo. En Valencia pudo cargar su barco de trigo, pero como no podía ser de otra manera, en el momento de pagar la Universitat no tenía dinero y quería pagar con sal, pero los comerciantes valencianos no lo aceptaron y Marc Ferrer fue hecho preso en la Torre de Serrans, donde estuvo un año y medio, salió después de hipotecar sus bienes y pagar de su propio dinero. Debido a esto y alegando la miseria a cambio de haber hecho un bien a la comunidad, Marc Ferrer solicitó al Rey Carlos II que le concediera una gracia Real de unas tierras en Formentera como compensación.

Al acceder el Rey a dicha petición, el ibicenco Marc Ferrer, recibe la primera gracia Real de una legua cuadrada. Posteriormente se le concede otra gracia Real así como otra a Antoni Blanc (yerno suyo), éstos empiezan a hacer donaciones de tierra a ibicencos con la condición de trabajarlas.

Evolución en el siglo XVIII

A partir de 1720 nacen en Formentera los primeros descendientes de Marc Ferrer y Antonio Blanc así como de los demás ibicencos que se establecieron en la Isla para comenzar su desarrollo y su evolución demográfica, surgiendo así nuestros primeros antepasados formenterenses. En 1727 hay 5 nacimientos, en 1728 son 17 nacimientos y así sucesivamente va aumentando la población. En 1750 hay 80 casas con 400 habitantes y al llegar al año 1800 ya son 1000 habitantes.

En 1715 termina la guerra donde las tropas de la Confederación Catalano-Aragonesas fueron derrotadas por las de Castilla, teniendo consecuencias inmediatas con la desaparición de la Universitat, órgano de gobierno de Ibiza y Formentera hasta entonces, eliminando todas las leyes y los privilegios, incluida la expropiación de la Salinas.

Así nuestras costumbres funerarias, religiosas, culturales y sociales son de origen catalán y castellano con reminiscencias púnicas, romanas y musulmanes.

La conquista del turista 1951

En 1951 la ONU modifica su posición respecto a España lo que supone una apertura de las relaciones internacionales, esto junto al plan de 1959 de simplificación de los trámites de aduana y de tráfico de divisas favorece las relaciones económicas y da lugar a una nueva invasión, esta vez pacífica, de los primeros turistas. Se encuentran unos habitantes con unas costumbres religiosas, funerarias, culturales y sociales marcadas por un carácter rural muy acentuado (las mujeres aún vestían el traje típico), donde cada payés con su sabiduría explota al máximo los recursos agrarios, pesqueros y forestales para lograr su subsistencia, incluso de manera ilícita, como la caza del conejo con hurón o la pesca con dinamita “pesca de cauet”, a veces con la atenta mirada de los carabineros escondidos debajo de un pino, lo que obligada a los pescadores a dejar un montón de pescado encima de las rocas para así poder marcharse con total impunidad.

Hay una fuerte emigración, más de la mitad de los jóvenes son marineros y la mayoría, si no emigran hacía América se enrolan en algún barco de tráfico de mercaderías de fuera de la Isla, ( los ibicencos llegan a llamarla “la isla de las mujeres”) que remite con la llegada de los primeros turistas.

Empiezan a llegar alemanes, ingleses, franceses, suizos e italianos. A estos viajeros les recibimos con hospitalidad y les ofrecemos naturaleza, libertad y un clima atractivo. Estos primeros turistas estimulan la construcción de los primeros establecimientos turísticos, de carácter familiar. Muchos de ellos se quedan maravillados de la isla y deciden construirse su primera o segunda residencia, según los casos.
La población empieza así el contacto con el exterior y se origina un brusco cambio económico, cultural y social en un corto espacio de tiempo, que culmina con el boom turístico de los años setenta y ochenta, con un fuerte desarrollo ante la demanda de los tour-operadores alemanes, siendo actualmente la industria turística la primera y única fuente de riqueza de Formentera.